Ningún otro lugar del mundo puede hacer que una persona se sienta tan pequeña. Los icebergs se alzaban hasta 15 pisos sobre el agua, siendo constantemente redefinidos por el viento.
Un panorama continuo de todas las tonalidades de azul se extendía ante nosotros, la única distracción de los graves peligros de la excursión. Es el tipo de lugar en el que se está totalmente a merced de la naturaleza, sin más opción que dejar que la vida siga su curso.